Las poblaciones de especies marinas
viven inmersas en un ambiente cambiante y, consecuentemente, sufren el impacto de la variabilidad ambiental sobre su dinámica poblacional. Si, además, la población en cuestión está sometida a explotación pesquera, su capacidad de resistir condiciones ambientales subóptimas puede verse comprometida, siendo su resiliencia menor en situaciones de sobrepesca.